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Carlos Salazar-Vargas
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jueves, 16 de enero de 2014

Una Política Pública de “Educación por la Experiencia-ExE”: Ya urge

“La educación es la puerta 
a todos los demás derechos” K. Tomasevski

El “Método ExE: Educación por la Experiencia” (www.exe.org) es un novedoso planteamiento que se viene poniendo -desde Puebla, para México y el mundo- bajo la autoría, apoyo y dirección del reconocido emprendedor e industrial de los medios de comunicación Armando Prida Huerta. 

El “Método ExE” tiene su fundamento en el aprendizaje a través de la ética y los valores y propone que sea mediante el debate, como se genere un necesario proceso de análisis sobre las vivencias y situaciones por las cuales atraviesa cada estudiante. La finalidad, es que el alumno reflexione y haga conciencia de lo que está bien o está mal y que sea el racionamiento -y las posteriores conclusiones a las que llegue- las que lo encaucen a la toma de decisiones adecuadas, para que asuma sus compromisos tanto personales como grupales.

Como se observa, el “Método ExE” es un conjunto de acciones, procesos y metodologías que todo Gobierno debe asumir -con prontitud y compromiso- si quiere contar con ciudadanos responsables, cumplidores y solidarios. Por eso, estos procesos deben enmarcarse dentro de una “Política Pública”, entendida como “El conjunto de sucesivas respuestas del Estado (o del gobierno de turno) frente a situaciones consideradas socialmente como problemáticas” (Salazar, 94). Sólo así, la problemática educativa pasa a ser considerada como “un problema socialmente relevante”. Y es que si observamos el nivel de degradación en el que nos encontramos y la imposibilidad de tener resultados distintos haciendo lo mismo, debemos aceptar la necesidad de contar con nuevas formar de concebir la educación, direccionarla y practicarla.

Entonces -en últimas- lo que se debe hacer para cambiar la realidad actual de la educación, es que el “Método ExE” se convierta pronto -más que en una política pública gubernamental- en una Política Pública Estatal, que por ser útil, necesaria y legítima, trascienda gobiernos mediante el cumplimiento de -al menos- las siguientes seis (6) características: 

(1) Estabilidad. Una “Política Pública de ExE”, debe ser estable en el tiempo, sin confundir estabilidad con rigidez, pues estabilidad no significa que no pueda cambiar, sino más bien que los necesarios ajustes que se le hagan correspondan a las condiciones del entorno o a imperfecciones propias, más que a caprichos políticos y/o gubernamentales. 

(2) Adaptabilidad. Entendida como la otra cara de la moneda de la estabilidad, propone que una “Política Pública de ExE”, se debe ajustar cuando falle o cambien las circunstancias. De ahí que deba ser lo suficientemente flexible para que responda a los cambios, o que se adapte con el tiempo, pero no a manipulaciones políticas.

(3) Coherencia y Coordinación. Una “Política Pública de ExE”, debe guardar relación y corresponderse con otras políticas afines, como resultado de medidas coordinadas entre los personajes y actores que participan en su diseño, formulación e implementación. En vista de la gran cantidad de piezas dinámicas que intervienen en estos procesos y de la variada diversidad de intereses e incentivos que la integran, la falta de coordinación -intencional o involuntaria- puede acabar con el éxito, resultados y/o permanencia.

(4) Calidad en la ejecución y cumplimiento. Una “Política Pública de ExE” bien concebida, puede quedar abandonada por una aplicación o implementación precaria. El hecho de que se aplique bien y se la haga cumplir, depende mucho de una burocracia capacitada e independiente y un poder judicial imparcial y poderoso.

(5) Orientación hacia el interés colectivo. Una “Política Pública de ExE”, debe buscar y procurar siempre el interés público. La pregunta constante y permanente debe ser, entonces, si ella promueve continuamente el bienestar general o por el contrario, canaliza beneficios privados hacia individuos, facciones o regiones específicas. Esta dimensión se relaciona con la desigualdad y la inequidad, por cuanto los miembros de las elites tienen la capacidad de generarla, tanto económica como políticamente.

(6) Efectividad (Eficiencia/Eficacia). Una “Política Pública de ExE”, debe responder a una asignación más productiva de los siempre escasos recursos (eficiencia) y también, estar continuamente consciente del grado como se atiende al grupo objetivo al cual está dirigida (eficacia), pues el hecho de favorecer a sectores específicos, en detrimento del interés general es -en si misma- una asignación ineficiente de recursos.

Fehacientemente, la experiencia ha demostrado que estas seis (6) características son tanto o más importantes que el contenido mismo de la “Política Pública”, pues son condiciones que persisten más que su misma orientación y como factores relacionados - que afectan la estabilidad- pueden tergiversar/variar/cambiar, cualquier curso de acción política.

Definitivamente, el hecho de contar con una “Política Pública de ExE” ratifica el sabio pensamiento de que tener hijos no nos convierte en padres, del mismo modo que tener un piano no nos convierte en buenos pianistas...

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