“La mejor manera de predecir el futuro
es crearlo”. Peter Drucker
En el siglo XX, tres corrientes empezaron a trabajar el
futuro: la estadounidense, la
europea y la crítica
(1) La estadounidense (Future studies)
Estudia el futuro sólo para conocerlo. Se inicia con los estudios que el
gobierno de USA ordenó a la Rand Corporation sobre estrategias de guerra
e investigación de futuros. Kahn siguió trabajando en el Instituto Hudson, un think
thank aportando insumos intelectuales al departamento de defensa y se destacó
por sus investigaciones sobre las consecuencias que tendría una guerra
termonuclear entre USA y la Unión Soviética. No interesaba definir si sucedería
o no, solo el qué pasaría si ocurriera. Llamó “escenario” a cada
una de esas posibilidades de ocurrencia, (término introducido por Rosten,
literato y guionista de cine) para designar una, entre varias alternativas del
futuro. Igual que en el teatro, el término significó un esbozo detallado de la
situación que sucedería en el futuro.
Para Kahn los escenarios
eran una manera de estimular el pensamiento previsor sobre el porvenir que
ayudaba “a pensar lo impensable”, un método para sistematizar y profundizar el
conocimiento de las variadas posibilidades en que podía desgranarse el futuro. En
los setenta la reflexión sobre el porvenir se asumió como un orden multiforme,
abierto e indeterminado, en cuya ocurrencia la acción humana cumplía un papel
relevante. El porvenir “se veía como un territorio poblado de crisis, rupturas
y turbulencias, cuya naturaleza y magnitud no tenían precedentes en la historia”.
Era la conciencia de que la sociedad moderna se encontraba en los albores de
profundos cambios económicos, sociales y políticos para los cuales no estaba
preparada. El curso mismo de la historia aconsejaba abandonar las visiones del
futuro unidireccionales y deterministas útiles en una época de estabilidad y certidumbre
que estaban finalizando.
(2) La Corriente europea: Busca
comprender el futuro para influir en él, transformar la realidad y tomar
decisiones ahora, que sirvan para llegar al futuro deseado. Se basa en: (1) descubrir
los mecanismos que hacen que -entre todos los futuros posibles o futuribles-
sólo uno se convierta en el presente y (2) la utilización de este
conocimiento para influir en el futuro y -de ser posible- moldearlo de acuerdo
con las preferencias. La primera,
es la futurología, que
estudia el futuro para hacer pronósticos de su desarrollo venidero. La segunda, corresponde a la previsión que se
dirige a mejorar la calidad de nuestras decisiones mediante un mayor conocimiento
de sus consecuencias. La aplicación coordinada de ambas es la “Prospectiva”.
Asegura que la previsión
estricta permite dirigir el presente para lograr el futuro deseado. Pero como
el pasado también influye y no hay forma de cambiarlo, cuanto mayor sea la
transformación que se quiera provocar, mayor será el lapso que se tendrá que
contemplar para conseguirlas. Así, cuanto mayor sea el efecto de la
modificación buscada, más deberá planificarse y mejor deberán coordinarse las acciones del futuro y precisamente
se requiere de la prospectiva como la anticipación para la acción.
(3) La corriente crítica, surge
de la europea insistiendo en que el futuro como espacio libre se debe
descolonizar. Y es que son formas de colonización del futuro la escuela donde se
estudia, los funcionarios que dictan hacia dónde debe ir un país, los
organismos internacionales que determinan a quién le prestan o no dinero… se
debe preguntar a quién y a quiénes
beneficia, pues colonizar el futuro es someterse a un destino manifiesto donde
se repetirá lo que se es y hacia dónde se va, hasta volver real la profecía que
se auto-cumple. El Documento de Santa Fe, del gobierno de los USA en la
década de los ochenta, proponía el control de la educación como medio de
control del futuro: “Era necesario instrumentar una educación filosófica para
promover los ideales de la libertad política y de la iniciativa privada, controlando
el sistema de educación porque quien lo controlara, controlaba el pasado y también
el futuro.
Para ello era necesario
imponer la imagen estadounidense a Ibero-América, exportando ideas/imágenes que
alentaran libertad individual, responsabilidad política y respeto a la
propiedad privada, en campañas de radio/televisión/libros/artículos/folletos/donaciones/
becas y premios. No por casualidad a partir de esa fecha los informes del Banco
Mundial a los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo proponían líneas
básicas para la educación en México y que este último alentó en el “Plan Barnés” (en aquel entonces rector de la UNAM),
cuyas líneas -a pesar de su abrupta salida de la rectoría- se han cumplido. Por
eso, aseguraba un candidato que cuando alguien deja de cumplir un compromiso, hay un
95% de probabilidad de que eso vuelva a suceder.
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