a las
opiniones de los demás”. Sir Winston Churchill
Es muy lógico
suponer que la forma como se hacen las políticas públicas en países con
regímenes sólidos/estables, es diferente de aquella como se llevan a cabo en los
países con regímenes más frágiles/débiles o en proceso de consolidación. Y la razón de
peso, es que es posible distinguir tres (3)
tipos distintos de países, donde sus regimenes políticos condicionan/moldean/determinan
la elaboración de sus políticas públicas, así:
(1) Países donde existe cobertura del
Estado sobre la nación y el territorio, hay una plena institucionalización del
orden y la estabilidad en la función estatal conduce siempre a la estabilidad
de la función gubernamental. En este primer grupo es posible incluir países
como Estados unidos, Alemania, Francia, Suiza y Suecia. (2) Países en donde -a pesar de que el Estado tiene pleno control
territorial- la existencia de fisuras en el orden institucional, o la
existencia de nuevos órdenes políticos en consolidación, configuran una
situación en donde la estabilidad estatal no siempre conduce a la estabilidad
gubernamental, es el caso de países como Chile, Argentina, Brasil, México. (3) Países en donde la incapacidad del
Estado para cubrir todo el territorio o para lograr la institucionalización del
orden, configuran una situación en la que la inestabilidad estatal conduce a la
inestabilidad gubernamental y la fragilidad política e institucional le impide
mantener la unidad del poder político y la unidad de acción de sus instituciones,
ejemplos típicos son Colombia, Venezuela, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Guatemala…
Y es que según el
tipo de régimen político, los gobernantes tienen distintos grado de autonomía
para estructurar sus políticas públicas. Es decir, la gestión pública está en
relación directa con el grado de unidad del poder político institucionalizado. Por
eso, en la mayoría de nuestros países de América Latina se vislumbran nudos
críticos que afectan la gestión efectiva (eficaz y eficiente) de las políticas
públicas, en donde es importante desarrollar sistemas racionales y reglados de
planificación y control de gestión, para abatir estos nudos críticos. Nace así,
un protagonismo cada vez más ascendente de los diversos actores sociales, pues hoy
más que nunca la gestión pública debe basarse y estructurarse en formas de
actuar comunicativas y participativas, más que en influjos unilaterales y
tecnocráticos. Esta situación permite que el sujeto popular, el ciudadano de a
pie, como Usted o como yo -apreciado
lector- estemos llamados a ser protagonistas de un diálogo abierto con el saber
técnico, que sea decisivo y clave para encontrar las alternativas viables para
hacer políticas públicas mucho más participativas, equitativas e incluyentes.
Estas
distinciones -sobre la particular forma de elaborar políticas públicas- evitan dos
cosas: (1) trasladar fríamente ejemplos de un país a otro y (2) que algunos
políticos se pregunten cuántos megapixeles tienen las “Cámaras de Representantes”
de países vecinos.
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