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Carlos Salazar-Vargas
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viernes, 17 de enero de 2014

6 de 12 motivos para el EPPPAL: “tropicalizan” las Politicas Públicas


“La abeja y la avispa liban las mismas flores; 
pero no logran la misma miel”. Joseph Joubert


Hispanizar”, “tropicalizar”, latinoamericanizar, “criollizar”… y otros vocablos, son conceptos utilizados para concretar lo que se siente y ahora se explica y defende en todos los campos de nuestra vida. De ahí que transmitir las características y la lengua hispana, transferir las costumbres y tradiciones del trópico e involucrar las culturas y prototipos criollos a las teorías, propuestas y supuestos de otras latitudes, es una necesidad sentida en todos los ámbitos de nuestra realidad. El éfasis se hace en 12 puntos peculiares y distintivos de lo que se ha dado en llamar “el Dodecálogo o el “Docenario de razones básicas para el EPPPAL: Enfoque Propio de Políticas Públicas desde y para América Latina”. Son principios que contribuyen a iniciar la necesaria discusión y el debate franco, transparente y sin prevenciones sobre este ineludible tema. Veamos cuales son:



1.     Los vocablos ingleses politics, policy y polity, que corresponden los tres a la traducción de la palabra española política, hacen referencia a conceptos ampliamente distintos, aunque significativamente muy complementarios. Esta lamentable confusión (generalizada en todos los idiomas de ancestros latinos) ha dado origen a que se tergiversen, traslapen y trastoquen estos tres campos de intervención, estudio e interpretación de la realidad.



2.     Cada vez más “hacer política es hacer políticas”, pues es más real y palpable el hecho de que hacer acciones políticas, es formular e implementar políticas públicas. Si bien es cierto que no se puede separar el juego político (politics) de la acción pública (policies), ya que se apoyan mutuamente y que sólo su combinación permite “interpretar las transformaciones de las sociedades contemporáneas”, son dos campos distintos. Los ciudadanos votan más por lo que se les propone en el programa político (como intencionalidades de políticas públicas) que por otros factores tales como el mismo candidato, su posicionamiento, imagen, etc. Es decir, el valor agregado que puede ofrecer un candidato cualquiera, para competir con éxito en la arena política, se concreta, estructura y personifica, – básicamente - en su propio, particular y distintivo, programa de gobierno. En él se ofrecen los elementos conceptuales que hacen de la diferenciación ese factor adicional que puede -y debe- ser observable por todo elector, aun cuando hay que reflexionar sobre “el desacoplamiento creciente entre la función de elaboración de las políticas públicas (policies) y la función de representación política (politics)”.



3.     Las insuficiencias que se observan y constatan en la materia “política económica” se originan en la falta de precisión en los límites y supuestos metodológicos y teóricos de ella.Y es que para muy escasos economistas la política económica es una y sólo una, de ese inmenso conjunto conformado por la “Ciencia de las políticas públicas” (Policy Science), como campo particular, propio y multidisciplinario de investigación, estudio y desarrollo.



4.             El referente global sectorial, o, “la imagen de la realidad sobre la cual se quiere intervenir”, cuando se lo considera como medio político, es decir, como manera de “hacer posible lo deseable”, se circunscribe a la respuesta de cómo los líderes regionales exitosos deben tener la doble calidad o capacidad para “decodificar” los conceptos nacionales con el fin de poderlos adaptar al nivel periférico o regional y, a su vez, “codificar” aquellos regionales, para hacerlos legibles y entendibles por la administración central y el gobierno nacional. Estos líderes, “constructores de referentes”, seres “bífidos”, son importantes y necesarios mediadores y no simples defensores o voceros de intereses específicos.



5.             La “prospectiva”, como insumo fundamental de todo proceso de formulación de un política pública, presenta la necesidad de trabajar construyendo escenarios (factibles, posibles y deseables) que si bien son ideales y subjetivos, son convenientes y necesarios, para tratar de transformarlos y cambiarlos por unos ya concretos y tangibles (interviniendo la realidad) por medio de la multifacética e interdisciplinaria labor de las políticas públicas.



6.             La “política pública de descentralización” como tal, es una situación socialmente problemática. Y es que esta política tiene que responder –de manera simultánea a la necesidad de asumir también la gobernabilidad, gracias al hecho de tener que “regir el territorio y gobernar los territorios” simultáneamente. En efecto, la “descentralización” (y a diferencia de la “desconcentración”) no sólo redistribuye responsabilidades, sino también poder. Surge la naturaleza profunda de lo que está en juego cuando se promueven procesos de descentralización: las complejas relaciones entre poder y territorio, dando lugar a que se conciba el hecho de descentralizar, como un acto esencial y eminentemente político.



Estos motivos recurdan lo que cierta reina de Inglaterra le dijo a su primer ministro, que “la política es una industria de basura”. Pero también, la política puede ser, como lo asegura el cardenal español Herrera, “la emoción de hacer el bien”. 
 

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