“Aunque el asno vaya a la Meca, no por ello es peregrino”. Proverbio Árabe.
Se inicia este recorrido, con algunos
planteamientos que sirvan de abrebocas al tema que da titulo a este artículo.
Sin embargo, el objetivo final es que sea el mismo lector quien responda al
interrogante aquí presentado. El panorama, por lo tanto, es parcial y de
ninguna manera integral, en el sentido de abarcar todo un proceso general sobre
los amplios campos que ocupan tanto la gestión en su acepción más
amplia, como las políticas públicas.
Para lograr lo anterior, es necesario, en
primer lugar, definir lo que se entiende por "política". Ese,
precisamente, es un problema inicial, pues la palabra política tiene dos (3)
realidades, que si bien son diferentes, también son complementarias, realidades
estas que los anglosajones (principalmente los británicos y los
estadounidenses, no americanos[1])
definen con dos vocablos también distintos. El primero, corresponde a la
locución inglesa "politics", con la cual se
designa la "búsqueda, conquista y mantenimiento del poder", que
Bismark concebía como "el arte de lo posible" y David Easton la
definía como "la asignación con autoridad, de valores en la
sociedad". Corresponde entonces a
la "política" como actividad que realizan los políticos
profesionales y de cuyo estudio se ha encargado ampliamente la Ciencia
Política, como campo de acción de los politólogos, que tan de moda están en
estos días en el país.
La segunda acepción de "política",
corresponde al vocablo inglés “polity” y hace referencia a la
institucionalidad. Es decir las “Instituciones” forman parte integral de este
concepto y ya hay quienes lo concretan dentro del aún novedoso campo del
Citymarketing, que viene haciendo carrera NO para “vender” sino para
“mercadear” ciudades como instituciones.
El tercero, se relaciona con la
expresión "policy" ("policies" en plural) que
comúnmente se entiende como la estructuración de líneas o cursos de acción
conscientemente establecidas para alcanzar ciertos objetivos. Este precisamente
es el campo al cual se refiere este escrito, campo relegado en Latinoamérica y
en la mayoría de países con tradición latina al ámbito académico, pero que en
otros países cuenta ya con el suficiente bagaje para hablar apropiadamente de
la "Policy Science" o
"la Ciencia de las Políticas Públicas".
1. DEFINICION DE
POLITICAS PÚBLICAS: ¿Desde lo inicial y aún sin consenso?
Realmente, no existe un consenso en cuanto a la
definición del término. De ahí que es
fácil encontrar más de cuarenta diferentes concepciones sobre el concepto de la
policy. Una de ellas, muy interesante es la del profesor Dye quien
entiende la política pública como "todo lo que el Estado (¿o el gobierno
de turno?) hace o deja de hacer". Hay también quienes la asimilan a
"la forma como el Estado se comunica con los ciudadanos" (P.
Dunleavy) o la entienden como “un curso de acción seleccionado que afecta
significativamente a un gran numero de personas” ( MacRae, Duncan y Wilde
).Estas y la gran mayoría de definiciones -aunque interesantes y que
indudablemente aportan elementos de análisis muy valiosos para este campo- son
sin embargo, difíciles de operacionalizar.
Pecando por el hecho de aumentar en numero las
definiciones existentes, se propone que se entiendan las políticas publicas
como "el conjunto de sucesivas respuestas del Estado (o de un Gobierno
específico) frente a situaciones consideradas socialmente como problemáticas”. Sin embargo, esta concepción
-fácilmente operacionalizable- no puede tomarse ligera, pues podría sugerir que
las políticas públicas representan respuestas reactivas a algo que falta o que
entorpece la buena marcha de la sociedad. Pero, basta recordar que "los
problemas son construcciones mentales que elaboramos, cuando percibimos un
quiebre en nuestras expectativas" (Eduardo Aldana Valdés), con lo cual se abre un enorme espacio a la
creatividad y a los enfoques propositivos y proactivos en la conducción del
Estado y tanto la gestión como las otras muchas áreas relacionadas, tienen un
enorme campo de acción y desarrollo, el cual
deben -más temprano que tarde- aceptar como reto, mucho más urgente si
consideramos las delicadas circunstancias por las que atraviesa los países
de América Latina en general y México en
particular.
Ese es precisamente un primer objetivo de este
escrito: plantear el tema de los fundamentos, alcances y limites de la
investigación sobre políticas públicas[2]
y ofrecer los lineamientos mínimos necesarios para abordar -con creatividad,
imaginación y buena disposición- ese enorme campo que cobija el concepto de política pública; área eminentemente
científica de carácter multidisciplinario y transversal, en el sentido de que
todas las disciplinas (Administración, Sociología, Psicología, Derecho...y por
supuesto la Gestión, la Administración y el Management) colaboran (recibiendo
y aportando) para el desarrollo, estructuración y validación en nuestro medio
de la "ciencia de las políticas públicas", de acuerdo con nuestras
propias características, valores e idiosincrasia.
Este intento -quijotesco pero muy válido- de
proponer un espacio de reflexión para que en torno al lenguaje, las teorías,
concepciones y modelos, aportados por bibliografía especializada y
complementarias sobre el tema[3],
espera que se propicie en un necesario diálogo entre aquellos quienes tiene la
nada fácil responsabilidad de gobernar y lo hacen gestionando obras, dentro de
las ciudades y para ello, hacen uso de herramientas como el Citymarketing y de directrices
como las ofrecidas por las políticas públicas.
2. IDENTIFICACION DE
LAS POLITITICAS PÚBLICAS: ¿Una necesidad sentida?
Otro de
los interesantes problemas con que se enfrenta quien incursiona en este campo,
es saber a partir de qué momento se está verdaderamente en presencia de una
política pública, porque sólo después de responder esta pregunta, es posible
interesarse por su posterior ciclo de vida (formulación, implementación o
puesta en marcha, evaluación, análisis, reestructuración y/o terminación).
Algunos autores[4]
identifican cinco elementos que pueden fundamentar la existencia de una
política pública. En primer lugar, una política pública está constituida
por un conjunto de medidas concretas que conforman la verdadera
"sustancia" de ella. En segundo lugar, una política pública
comprende unas decisiones o unas formas de asignación de los recursos
"cuya naturaleza es más o menos autoritaria"; la coerción esta
siempre latente, bien sea explícita o solamente latente. En tercer
lugar, una política pública se inscribe dentro de un "marco general de
acción", lo que permite distinguir -en principio- una política pública de simples medidas
aisladas. El problema entonces, es saber si este marco general debe ser
concebido de antemano por el decisor, o sencillamente reconstruido a posteriori
por el investigador. Aquí es, concreta y específicamente, donde el proceso de
la gestión de recursos, en su importante función como indicador, motor o
consecuencia del monto o montos asignados, tiene un propio, promisorio y
abonado campo de investigación acción y desarrollo.
En todo caso, la existencia de este marco
general no está dada y debe ser siempre objeto de investigación. En cuarto
lugar, una política pública tiene un público (o más bien unos públicos) es
decir, unos individuos, grupos u organizaciones cuya situación está (o va a
estar) afectada por ella. Finalmente y como quinto elemento, una
política pública se define en función de normas o valores, metas u objetivos
para lograr.
Como es fácil observar, identificar una
política pública, no es siempre tan sencillo como se podría suponer y solo se puede
realiza de acuerdo con la aparente consistencia del objeto. En este espacio es
indudable la contribución que puede aportar la gestión gubernamental, como
orientadora del gasto, indicadora de esfuerzos y motivadora de cursos de acción
política.
3. ¿QUÉ ES UN PROBLEMA
POLÍTICO?: Mucha tela de donde cortar...
Tampoco es fácil responder a esta pregunta,
porque no hay problema político per se. Eso significa que en una
sociedad cualquiera, todo problema social es susceptible de volverse una
política pública; la cuestión es saber a través de qué mecanismos. En todo
caso, es claro que el arranque de toda acción pública (a través de la puesta en
marcha de un programa de acción, coordinado, dirigido, evaluado, liderado...por
un gestor), no está ligado, necesariamente,
a una determinada intensidad del problema dado. Queda entonces por
determinar, a partir de qué intensidad deberá arrancar la acción gubernamental.
Este es precisamente, otro de los campos ricamente abonados pero
inexplicablemente inexplorado, donde la gestión, los gestores y su grupos de
trabajo, pueden entrar- con toda la propiedad del caso- a dar respuestas
concretas, prácticas y políticamente viables. Este planteamiento, es una
consideración muy similar a la conclusión lapidaria de Charles Lindblond, que
hace suya Jones, acerca de que "los decisores (policy makers) no se
confrontan con un problema dado". Eso significa que un problema político
es necesariamente un constructor social, cuya configuración dependerá de
múltiples factores propios, tanto de la sociedad mexicana, como de su
particular sistema político. La cuestión entonces, no es tanto saber si tal
problema es "en sí" político, sino demostrar los mecanismos concretos
(indudablemente, también aquellos señalados por el Gestor Gubernamental) que
determinan la inclusión o no de un problema cualquiera en la agenda del
decisor.
4. LA AGENDA
GUBERNAMENTAL: ¿Un incierto laberinto...?
Este es otro de las áreas de rica investigación
y poco desarrollo, cobijado por las políticas públicas, porque la noción de
agenda es fundamental para analizar los procesos mediante los cuales las
autoridades políticas (y dentro de ellos los gestores, administradores,
gerentes, lideres...) se apropian de una cuestión o asunto (Issue) cualquiera,
con el fin de construir un programa de acción. Es Padioleau quien lo ha
formulado en forma muy completa, al aseverar que "la agenda política,
tratándose de Estados-naciones, como de cualquier entidad territorial,
comprende tanto el conjunto de los problemas percibidos como aquellos que piden
un debate público e incluso la intervención de las autoridades legitimas".
Este mismo autor precisa que un problema deberá responder a tres (3)
características para tener alguna posibilidad de ser inscrito o incluido en la
agenda política.
El primero, es saber que unas
elites (sindicales, administrativas, políticas,...), también, unos ciudadanos
cualquiera, que pueden estar más o menos organizados, definen una situación
como problemática, al percibir desviaciones entre lo que es, lo que podría ser
y lo que debería ser.
El segundo, hace referencia a que
el descubrimiento de un problema se acompaña de procedimientos de etiquetaje
que lo califican como perteneciente a la esfera de competencia de las
autoridades públicas.
El tercero, es que se espera entonces,
la intervención de la sociedad política, incluyendo la opción de no hacer nada[5].
Es aquí también, donde indudablemente los gestores pueden encontrar puntos de
convergencia, sinergia y complementariedad con otras disciplinas para dar
respuesta a estos interrogantes.
Más aún -y
con el fin de complementar lo anterior- es conveniente recordar tres
aspectos fundamentales que se requieren para el proceso de inscripción en la
agenda política. El primero, es que el acceso a la agenda política nada
tiene de "natural" o de automático, por el contrario, la inscripción
o inclusión es siempre objeto de controversia social y política, que los
gestores deben conocer coordinar y manejar.
Ese es precisamente, el sentido del término
ingles "issue" que
designa con propiedad, ese tipo de problemas controversiales. Así, la puesta en
agenda es indudablemente el producto y resultado -siempre enmarcado en propias
y peculiares contingencias- del campo de fuerzas que se aparecen o se
construyen alrededor del problema y cuya direccionalidad, intensidad,
importancia y hasta manejo, no pueden ser extrañas a
cualquier gestor.
En segundo lugar, la transformación de
un problema en objeto de intervención política es el producto de un trabajo
específico realizado por gestores que como actores políticos identificables,
tienen una naturaleza varía según los casos. Desde este punto de vista, el
reciente florecimiento de las "coordinaciones" muestra la
inestabilidad de estos procesos de movilización social.
En tercer lugar, es necesario tener
presente que el papel fundamental de estos actores (Padioleau los llama
"empresarios políticos") consiste en traducir el lenguaje de la
sociedad en lenguaje de la acción política y en formular el lenguaje en un
lenguaje aceptable por las elites políticas. Cualquier país, escribe Toennig,
está lleno de problemas sociales, desde consumo de drogas hasta violencia
infantil; para que un problema social se vuelva político, debe ser planteado en
los términos requeridos por el juego político... La cuestión aquí, entonces, es
saber cómo hacen los mediadores para construir el código en función del cual
una sociedad dada, en una época dada, convertirá (o no convertirá) tal o cual
cuestión en objeto de interés político. Teniendo en cuenta lo anterior, no
resulta difícil entender cómo, para cada uno de los tres espacios anteriormente
esbozados, el ámbito de la gestión debe tener una respuesta fundamental,
decisiva e impostergable.
5. MARKETING[6] Y POLÍTICAS PÚBLICAS:
¿Dos áreas complementarias?
Dentro de este rápido abrebocas, no se puede
dejar de lado una de las áreas que gracias a su más reciente y comúnmente
aceptada definición[7], ha logrado un gran desarrollo, logrado que con su
ampliación cobije campos tan impensables hace un corto tiempo, como este de las políticas publicas.
En primer lugar, en necesario empezar
diciendo que toda plataforma o programa político es -en últimas- una presentación más o menos ordenada, una
recopilación más o menos completa, una síntesis de "intencionalidades de
políticas públicas", que el candidato (y dentro de esta categoría todo
gestor de ciudades) propone a sus
electores, para su posterior puesta en marcha en el evento de resultar electo.
Dentro de este orden de ideas, ese compendio de
políticas públicas conforma -junto con el candidato y el partido político- lo
que se entiende en el lenguaje del MARKETING POLÍTICO[8] como la oferta político (algunas
veces llamada también por algunos como “producto político”). Así, el campo del
gestor es cada vez más decisivo, necesario y sobre todo, cada vez más crítico.
En segundo lugar, es necesario abordar
el tema de las ideas como productos sociales, que compiten con otras dentro de
un dinámico mercado de ideas. Dentro de este planteamiento, una política publica
en su forma inicial es simplemente una idea, que es necesario proceder a poner
en marcha, implementar, evaluar y estructurar, campos estos en donde el gestor
es imprescindible. Así, dentro de este orden de ideas, tanto para la etapa de
formulación, implementación, evaluación, análisis y terminación, es posible que
los gestores recurran herramientas que como el marketing son una real
alternativa para la efectividad de toda política pública. Es decir, un gestor
sin conocimientos de marketing, bien difícil podría tener ese calificativo
A este respecto, es conveniente mencionar el
rápido desarrollo que ha tenido en nuestro país, todos los aspectos
relacionados con la cimentación, adaptación y ampliación del concepto del
marketing a nuevas y promisorias áreas de interés, tales como el
"marketing público", el "marketing gubernamental" y el
"marketing social", entendido este último como el desarrollo de
estrategias para influenciar y cambiar el comportamiento público.
Vale la pena detenernos un poco en estos
campos, ya que la relación entre el concepto de marketing y el de Gestión, es
incontrovertible. Precisamente es el profesor Kotler[9]
quien asevera que en el marketing social hay estrategias valederas para lograr
el cambio de la conducta mediante la combinación de los mejores elementos de
los enfoques tradicionales de cambio social, en un marco integrado de
planeación y acción, al tiempo que utiliza los avances en la tecnología de las
comunicaciones y en las técnicas de comercialización. Nada más diciente para
los gestores que este inmenso, fructífero y amplio campo para la
exploración, investigación y desarrollo
de las políticas públicas
relacionándolas con el "cambio social voluntario".
6. EL CABILDEO (LOBBY):
¿Una palanca de apoyo en todo el proceso?
Para muchos hispano-parlantes infortunadamente
el Lobbing (o lobby) no es cosa distinta que la versión
estadounidense del "tráfico de influencias". Una importación odiosa y
perjudicial que -como tantas otras que proceden de allí- solo tienen motivaciones
utilitarias y traen consigo, efectos dañinos, maléficos y corruptores, como
herramientas del demonio.
La anterior concepción es perfectamente
comprensible si tenemos en cuenta que la tradición francesa -sobre la cual se
estructuraron nuestras instituciones políticas y jurídicas- asumía la
existencia de un "interés
general". Como su nombre lo indica, este interés general convenía a todos
los ciudadanos y el intérprete exclusivo era el Estado; Consecuentemente, al
propio Estado le correspondía -en forma exclusiva- el monopolio de la
definición y búsqueda de ese interés general. De ahí que el Estado no podía
actuar con un fin distinto al interés público: era inadmisible pensar que el
Estado comprometiera a la administración pública con intereses privados,
partidistas o particulares.[10]
En nombre de ese supuesto interés general, es
que ciertas actividades se proclaman de servicio público para
sustraerlas - la mayoría de las veces- a las supuestas limitaciones de la
iniciativa privada. Con estos antecedentes, es apenas explicable la dificultad
que siempre ha existido para reconocer a los "grupos de presión" -en cuanto voceros de intereses particulares
y concretos- son un espacio muy valioso para, por y en el ejercicio de la
democracia. Siguiendo esta concepción,
el papel de los gremios -en cuanto grupos de presión- se limitaba a ser simples
espectadores de piedra de cualquier proceso político y democrático.
Sin embargo, es cada vez más fuerte y
presencial la acción de los intereses particulares en la actividad
parlamentaria y -cualquiera que sea el motivo- una vez que se ha decidido que
un asunto o cuestión requiere conseguirse a través de los políticos, se está
entrando en una arena política, plagada de tensiones, intereses, fuerzas
dispares y hasta buenas intenciones, lo
cual no sólo es inevitable, sino que es perfectamente real e inevitablemente
aceptable ¿y por qué no? hasta deseable y conveniente. Lo malo es que no hayan
formas para canalizar estas inquietudes, canales que precisamente son los
partidos políticos los llamados a estructurarlos, organizarlos, priorizarlos y
sobre todo, encauzarlos. Es por lo tanto de suma importancia, saber cómo
hacerlo; es decir, conocer las formas, las alternativas, los caminos y las
acciones más aconsejables, viables -en una palabra: más efectivas- para lograr
el resultado propuesto y una de las estrategias es por medio del cabildeo (lobby).
Así pues, una de las razones principales para
que cualquier institución u organización formal realice actividades de
cabildeo, es la de tratar de cambiar un asunto, decisión, directriz, mandato o
ley -en términos generales una política pública- o porque bien la perjudica, o
porque está en contra de sus intereses, del giro normal de sus negocios o bien,
le impide el desarrollo de sus actividades. Este campo también se presenta como
terreno abonado para todos los aspectos relacionados con la Gestión
Gubernamental, como valiosa e insustituible herramienta dentro y para el
cabildeo.
7. LOS THINK TANKS[11] : Instrumentos
efectivos de política pública
Durante las últimas
dos décadas, se han venido considerado los llamados think tanks como instituciones útiles para el desarrollo de los
países. Y es que la sofisticación cada vez mayor de los trabajos de promoción
de políticas públicas, ha demostrado que el perfil de estos institutos
constituye herramienta eficaz de apoyo a la democracia. Tan delicado compromiso los ha posicionado como actores efectivos en cada
una de las etapas del proceso integral de políticas públicas.
La misión adjudicada
a estos Institutos no es fácil si se tiene en cuenta que pensar con acertada
visión de futuro tiene su complejidad. Para nadie es un secreto que, en México
(como en la gran mayoría de países de América Latina) el ejercicio de pensar en
el futuro, es casi un acto heroico.
Y es que el hecho
de tener toadas las actividades comprometidas en el día a día, no permite la
inversión de recursos (humanos, técnicos, financieros y de información) en
proyectos a mediano y largo plazo que inviten a la sociedad con todos los
actores, a buscar derroteros y cursos de acción imaginativos y novedosos para
el desarrollo del país. Adicionalmente, uno
de los retos de los países
latinoamericanos es la búsqueda de cooperación y apoyo mutuo entre todos los
actores de la sociedad. Esta estrategia, ha sido exitosamente experimentada en
otras partes del mundo, por países que indudablemente han logrado un alto
desarrollo. Específicamente, la colaboración entre la academia, el sector
productivo y el Estado es una labor a todas luces prioritaria. Para lograr lo
anterior, se ha propuesto como alternativa la creación de los llamados "depósitos de ideas, tanques
pensantes, tanques de pensamiento..."[12]-
como reactivación de una vieja idea expuesta años atrás por Francis Bacon[13],
retomada exitosamente por algunos países anglosajones, como unidades selectas
de profesionales de alta calidad, agrupados en islas de excelencia, con el
propósito de producir contribuciones cardinales - nuevos tipos de conocimiento,
novedosas metodologías, modernos tipos de cogestión, etc.- como apoyo
importante a las políticas públicas.
A manera de contribución para la creación
y desarrollo de estos centros en México (y que por lo general casi siempre
florecen alrededor de centros académicos importantes), conviene traer a cuento
el artículo de Yehezkel Dror[14]
en donde se promueve la necesidad de
estos "Depósitos", como
apoyo a las diferentes etapas que conforman el "proceso integral[15]"
de las políticas públicas".
El concepto de "Think Tank" utilizado
en este contexto, tiene que ver con la investigación y el diseño de pautas y
directrices de pensamiento que encaucen y favorezcan ciertos sectores. En este
sentido, son complementarias a las unidades establecidas para el "análisis
de políticas públicas", en donde se busca -básicamente- el mejoramiento de
las decisiones políticas y la racionalización de las estructuras y procesos que
conforman la Administración Pública. Este concepto no está tan relacionado con los
"Institutos de Estudios Avanzados" dedicados principalmente a la
producción de conocimiento puro.
Los "Think Tanks" según el profesor DROR, deben llenar dos condiciones: contar con
un número importante de investigadores profesionales de tiempo completo y no
estar afiliado a ningún partido político. Estos "centros de
excelencia" deben seguir las siguientes recomendaciones:
un equipo multidisciplinario;
funcionamiento integrado; familiarización entre disciplinas (que los
administradores aprendan psicología, los ingenieros administración, los
biólogos filosofía, los comunicadores políticas públicas, etc,); realizar
estudios que aunque en principio no tengan clientela definida, permitan el
desarrollo de capacidades nuevas; propender por el desarrollo de nuevas
metodologías; dar prioridad especial a la efectiva (eficiente y eficaz)
difusión del trabajo de la organización; realizar talleres para quienes
formulan e implementan políticas públicas; evaluar -en forma continua y
sistemática- sus actividades y realizaciones; desarrollar una estrecha
cooperación entre distintos "Think
Tanks"[16] y
por último, integrar estas actividades dentro de una estrategia abierta y
elástica de desarrollo.
De acuerdo con lo
anterior, quienes se preocupan por abordar exitosamente las realidades futuras,
pueden encontrar en los think tanks
el punto de apoyo que les brinde la oportunidad de mirar el futuro con
optimismo ya que tienen como misión principal “mejorar las políticas públicas
mediante la maximización de la
probabilidad de que el análisis de políticas sea aplicado para resolver
problemas del mundo real”. Así lo considera William N. Dunn, uno de los pocos
expertos en este tema. Dentro de este marco general, se presentan[17], los mecanismos que tienen a disposición los Think Tanks, para propiciar que se pueda
trascender el futuro, más allá del corto plazo.
Con respeto al ámbito de la gestión
-indudablemente mucho más conocido, investigado y trabajado que el de política
publica- solo resta recordar que ya son muchos quienes concebimos al
“Administrador Público” como un “Coordinador de Políticas Públicas” y
–consecuentemente- todo Gerente Público en su función como de gestor, debe
realizar al menos cinco funciones básicas: Planear, Organizar, Dirigir,
Evaluar y Reformular actividades estas que en forma nemotécnica
corresponden a las iniciales de la
palabra PODER, esa capacidad que es precisamente la que le
infunde su real razón de ser a la “gestión de toda política pública”.
Se espera que de acuerdo con lo
anteriormente expuesto, no resulta difícil entender por qué, cómo y cuál es la importancia
que representa -para América en general y para Latinomérica en particular- tener
verdaderos “Think Tank” y contar con
“Observatorios de Políticas Públicas”
como importante instrumento para gestionar con efectividad (eficiencia y
eficacia) todas y cada una de las etapas del proceso integral de políticas
Publicas, con el fin de superar algunos de los más urgentes e inaplazables
problemas.
[1] La palabra “americanos”, engloba a los habitantes de todo un
continente integrado por 26 países. El vocablo “norteamericanos” designa a los
habitantes de Norteamérica integrada por tres países: México, Canadá y los
Estados Unidos de Norteamérica. La expresión “greengo” es ofensiva, al
provenir del sentimiento de rechazo, reflejado en el color verde del uniforme
de los marines de ese país (green go home). Tampoco es de recibo la
expresión “yankee”, como despectivamente apodaban los sureños a los del
norte de los EUA, en la guerra de secesión. El calificativo correcto es,
entonces, el de “estadounidenses” y
así como existen “colombians”, “mexicans”, “peruvians”…así mismo se propone que
existan “usanians”, como traducción de este gentilicio.
[2] Salazar-Vargas, Carlos (2008): “Políticas
Públicas y Think Tanks” KAS: Fundación Konrad Adenauer, Bogotá, Colombia. 528 Pags.
[3] Entre otros documentos, se analizarán las traducciones del francés
realizadas por Carlos Salazar Vargas y Jean-Fracois Jolly, tituladas “Cuatro
Lecturas Clave Sobre Políticas Públicas”, a saber: “El
Estado en Acción: La Contribución de las Políticas Públicas” de Bruno
Jobert; “Un Esquema para el Análisis de
Políticas Públicas Sectoriales”, de Pierre Muller; “Ciencia Administrativa, Management Público y Análisis de Políticas
Públicas”, de Jean-Pierre Nioche y “De
la Evaluación al Análisis de las Políticas
Públicas”, de J.P. Nioche;
publicadas en la Revista Tecnología
Administrativa, Volumen 11, No. 23
Enero-Mayo de 1997.Universidad de Antioquia.
[4] Y. Meny y
J.-C. Toenig, concretamente.
[6] El autor ha venido haciendo una distinción entre la palabra “mercadeo”
y el anglicismo “marketing”. En primer lugar, porque no existe —hasta el
momento— una única traducción del vocablo inglés; palabras tales como
“mercadeo”, “mercadotécnia”, “mercadización”, “mercaduría” y otras más, han
venido haciendo carrera en nuestro medio iberoamericano. Adicionalmente, la
connotación que tiene la palabra “mercadeo político” o “mercadotecnia política”
con la acción ilegal de “compra-venta” de votos, condena a muerte esta
actividad. Ayuda a esta confusión los Institutos de Mercadeo Agropecuario que
se han generalizado en toda América Latina, los cuales no hacen precisamente
“marketing”. Además, la muy frecuente confusión del vocablo “mercadeo” o
“mercadotecnia” con publicidad, comunicación, promoción, propaganda y muchas
otras erradas concepciones tales como manipulación y herramienta del
neoliberalismo...y muchas más, han
obstaculizado una verdadera estructuración de esta importante área. Finalmente,
la traducción literal del anglicismo “marketing” correspondería a
“mercadeando”. Por fortuna ya está haciendo carrera el anglicismo “marketing”, concretamente para ámbitos
sociales, públicos y políticos como el que ahora nos ocupa.
[7] La
mercadotecnia estudia la forma como las relaciones de intercambio son creadas,
estimuladas, facilitadas, valoradas, gestionadas y gobernadas, entendiendo las
relaciones de intercambio como las conexiones entre personas recursos y
actividades, orientadas a la creación de valor para el mercado, dentro de un
contexto cultural especifico (Kotler. Fox, Fine y Sallenave, entre otros).
[8] Para
ampliar este tema, recurrir a "MARKETING POLÍTICO".
Editorial Presencia, Segunda Edición, 1994.
[9] Kotler Philip y Eduardo Roberto. "SOCIAL MARKETING. Strategies for Changing Public
Behabior". The Free Press, 2001.
[10] Es tan
arraigado este sentimiento en Francia, que el general De Gaulle expresaba que
"el Estado tiene por objetivo y razón de ser, el servicio al interés
general”. Su sucesor el presidente Pompidou, aseguraba –años más tarde- que
"solo el Estado por sus órganos constitucionales que la Nación misma le ha
otorgado directamente, puede tener del interés general una visión completa y
desinteresada”.
[11] Los
apelativos "tanques de pensamiento",
"tanques pensantes", "depósitos
de ideas" y otros similares que
se han venido utilizando como traducción literal de la expresión inglesa "Think Tanks" son
vocablos que indudablemente inducen al estatismo, a la inercia, a la
inactividad. Sin embargo, una de las características del análisis de políticas
públicas, tal como ha quedado demostrado en este escrito, es ver al Estado en
acción, haciendo o dejando de hacer cosas. De ahí que algunos propongan como
más indicado el nombre de "Institutos
de Políticas Públicas" -IPP- para referirnos a lo que en inglés se
entiende como "Think Tanks".
Modismo que ha venido haciendo carrera, hasta el punto en que ya forma parte
del “tesaurus” como vocablo independiente y reconocido a nivel
universal.
[13] "Nueva Atlántida" Editorial Mondadori,
1995.
[14] "Required breakthroughs in think
tanks" en Policy Sciences.- Amsterdam-,
vol.16 No 3 (feb.1999), Páginas 199-225. Este conocido catedrático de la
Universidad Hebrea de Jerusalem, fue también quien propuso en 1977 la creación
de la carrera profesional de "Analista de Políticas Públicas", que
hoy día es una afortunada realidad.
[15] Aunque no existe aún consenso generalizado en
torno a las diferentes etapas que conforman el proceso integral se proponen seis (6): Formación, gestación,
creación o generación; Formulación; Puesta en marcha o Implementación;
Evaluación; Análisis, Reformulación y/o Terminación.
[16] Una reunión preliminar sobre el tema, demostró que
hay interés en compartir -en forma sistemática- información y publicaciones,
actividades de los diferentes centros, desde visitas mutuas hasta talleres
comunes, grupos de trabajo sobre temas de interés común, tales como
metodologías, medios y modos de difusión y experiencias mutuas entre los
directores de los centros sobre problemas de administración, desarrollo de
personal, control de gestión de mercado, marketing y comunicación.
[17] CSV.
"LAS POLÍTICAS PÚBLICAS. Segunda Edición, Aumentada y Complementada con
los Think Tanks, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias
Económicas y Administrativas y Facultad de Ciencias Jurídicas, 1999, 640
páginas.
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