“En política
sólo triunfa quien pone la vela
donde sopla el aire; jamás quien pretende que
sople el aire
donde pone la vela”. Antonio Machado
Una política
pública es la expresión formalizada de la voluntad del gobierno y como tal, es
la mediación entre un proyecto de Sociedad-Estado, mediante la acción
específica de un gobierno. Así, más que un flujo de decisiones y acciones o una
directriz que señala un gobierno, las políticas públicas dicen y dan cuenta del
grado de control efectivo que tiene el gobernante sobre las instituciones y la
sociedad que gobierna y por ello, señalan la dirección que sigue un gobernante
al ejercer su facultad de gobernar. En su estudio hay tres (3) enfoques principales: (1)
Sus conceptos (2) Su trazado y (3) El control de su gestión.
(1) Los conceptos sobre políticas públicas se mueven entre su definición como
grandes macro lineamientos y quienes las conciben como respuestas puntuales y
específicas a las demandas sociales. (2)
En cuanto a su trazado, hay cuatro (4)
enfoques principales: (a) El análisis racional: que privilegia la capacidad de
las autoridades para predecir y para utilizar los fines-medios más adecuados a
sus propósitos, (b) Los análisis que privilegian la comunicación como forma
clave de interacción entre ciudadanos y gobierno, en la formación de políticas,
(c) La formación transaccional, que considera que no existe racionalidad plena
y es con la experiencia y el ajuste continuo del ensayo-error, como se elaboran
las políticas públicas, (d) Los análisis del trazado integral, que combinan
formación y análisis de políticas públicas, como recursos para articular los
distintos actores y sectores responsables de ellas. (3) El control de su
gestión. Todos estos enfoques parten de tres (3) supuestos básicos (a) Que el
estado cubre a toda la nación y está en todo el territorio y que los principios
y valores institucionales son conocidos, aceptados y practicados por todos los
ciudadanos, (b) Que en las organizaciones públicas el poder es descentralizado,
que existe una plena identidad entre los objetivos de los funcionarios y los
objetivos de la organización y (c) Que los dirigentes tienen toda la autonomía
para asignar los recursos y orientar las organizaciones en la dirección deseada.
Estos tres (3) supuestos -en la
mayoría de veces- no se cumplen y menos en sociedades como las latinoamericanas,
donde la inercia del aparato estatal no ha permitido transformar en prácticas efectivas
(eficaces/eficientes) los métodos de seguimiento, evaluación y control de la gestión
pública.
Y es que en toda
política pública -concretamente su trazado y el control de su gestión- no se
dan en el vacío, sino que están íntimamente ligados al tipo de cultura política
y de aparataje institucional. Es decir, que es el tipo de régimen político el
que impone condiciones e impactos a/en su elaboración, para que no se diga que “en
casa de herrero azadón de palo”.
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